A las instituciones, empresas y profesionales que desarrollan su actividad en la zona Asia-Pacífico, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN, por sus siglas en inglés) les suele resultar familiar, pues raro es el día que, en el transcurso de esa actividad, no tengan algo que ver con ella, o con los países que la componen, directa o indirectamente. Sin embargo, en una gran mayoría de casos el desconocimiento de la ASEAN, y en concreto del papel que ésta juega en la región, acostumbra a ser algo habitual, por lo que puede ser conveniente dedicar unas líneas a comentar su presente y sobre todo a analizar su futuro, aunque sólo sea para responder a la pregunta de Mary Natalegawan en su libro «Does Asean Matter»?, diciendo que sí, que la ASEAN, pese a sus limitaciones estructurales, importa, y mucho.
La ASEAN es una organización constituida el 8 de agosto de 1967 por Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur y Tailandia para fomentar la cooperación económica, política y sociocultural. Entre sus objetivos y propósitos, basados en los principios de la no injerencia y el consenso, se encuentran los de acelerar el crecimiento económico, el progreso social y el desarrollo cultural; promover la paz, la colaboración y la asistencia mutua; y mantener una cooperación estrecha con organizaciones similares. Tras su constitución, se incorporaron, entre 1967 y 2025, Brunei Darussalam (1984), Vietnam (1995), Laos y Birmania -en la actualidad Myanmar- (1997), Camboya (1999) y finalmente, tras un largo proceso de adhesión, Timor Oriental (2025), para consolidar así una plataforma de estabilidad y desarrollo regionales.
Con el paso del tiempo, su planteamiento inicial evolucionó en distintas direcciones: en primer lugar, institucionalizando diversos foros de cooperación, como ASEAN + 3 (China, Corea del Sur y Japón), ASEAN + 6 (India, Australia y Nueva Zelanda) y ASEAN + 8 ( Estados Unidos y Rusia); en segundo lugar, creando la Comunidad Económica Asean con vistas a facilitar el libre flujo de bienes, servicios, capital y mano de obra entre sus miembros; y, en tercer lugar, impulsando la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, en inglés) con cinco países con los que tiene tratados de libre comercio en vigor: Australia, China, Corea del Sur, Japón y Nueva Zelanda, que en la actualidad, además de representar cerca del 30% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial, ha desviado el centro de gravedad económico hacia Asia-Pacífico.
1. Membresía: Timor Oriental, la más reciente incorporación.
Timor Oriental es el último país de la zona en incorporarse a la ASEAN, cosa que se hizo efectiva en la 47 Cumbre celebrada en Kuala Lumpur el pasado 26 de octubre de 2025, con la firma de la correspondiente declaración de admisión. Así se puso fin a un largo proceso iniciado en 2011, y que había pasado por un estadio intermedio, el de observador en 2022, tras vencer ciertas reticencias de algunos Estados miembros, por razones políticas en unos casos, al considerar que Timor Oriental carecía de la estructura estatal y administrativa necesarias para asumir las responsabilidades que la condición de miembro traía consigo; o por razones económicas en otros, por estimar que su nivel de desarrollo -uno de los más bajos de Asia-Pacífico- le hacía muy vulnerable a la competencia de los países más grandes.
Su territorio, enclavado en la parte oriental de la isla de Timor, de ahí su nombre, comprende, además, las islas de Atauro y Jaco, y se extiende a lo largo de unos 15.000 kilómetros cuadrados. Poblado por cerca de un millón y medio de habitantes, su economía, fuertemente dependiente del petróleo (un yacimiento, el de Bayu-Undan, explotado) y del gas (un proyecto, el de Great Sunrise, por explotar), presenta importantes retos para los que la inversión extranjera es esencial: infraestructuras (carreteras, puertos, comunicaciones), conectividad digital, turismo, agricultura o pesca. Zonas económicas especiales, como la Zona Especial de Economía Social de Mercado de Timor Oriental, situada en la región de Oé-Cusse Ambeno, favorecen la implantación de plataformas dedicadas a la actividad industrial, comercial y tecnológica gracias a importantes incentivos.
Como señala el Banco Mundial en su informe Timor-Leste Economic Report, Timor Oriental se encuentra en un momento decisivo, un momento en el que, si bien los riesgos son altos (factores externos: incierto entorno global, tanto geoeconómico como geopolítico; y factores internos: restricciones o limitaciones estructurales, como una cierta fragilidad fiscal y su excesiva dependencia del Fondo de Petróleo), su potencial también lo es. La Ley 15/2017, de 23 de agosto, por la que se regula la inversión privada, y su Decreto 2/2018, de 21 de febrero, ofrecen amplias oportunidades a los inversores extranjeros en la mayoría de los sectores, con garantías para repatriar libremente capital, beneficios y dividendos; protección frente a cualquier expropiación indiscriminada; y soluciones arbitrales o judiciales para el arreglo de controversias.
2. Política: El complejo equilibrio entre China y Estados Unidos
La pugna entre Estados Unidos y China para consolidar el orden internacional liberal en un caso, y para promover un orden alternativo, inspirado en un socialismo con características chinas, en otro, se está librando desde hace años en distintos escenarios, y uno de ellos es el del Sudeste Asiático, en el que el papel central de la ASEAN en la arquitectura regional es clave para la promoción de la paz, la estabilidad y la prosperidad. Un papel en todo caso caracterizado por lo que Alfred Gersti denomina «Hedging», es decir, una calculada estrategia de ambigüedad hacia ambas potencias, con objeto de diversificar su dependencia de una y otra para preservar su autonomía. Una autonomía en todo caso relativa, dada su dependencia de Estados Unidos en seguridad y de China en economía.
La cuestión, como reconoce Federico Merke, no es si la ASEAN puede seguir en el medio, sino cuánto tiempo durará este medio antes de que las presiones la obliguen a posicionarse al lado de Estados Unidos o de China. A este posicionamiento pueden contribuir, por un lado, factores internos, como la falta de cohesión, puesta de relieve en su incapacidad para ejecutar el Consenso de Cinco Puntos que ponga fin en Myanmar a los actos de violencia contra personas, servicios públicos e infraestructuras civiles. Y, por otro, factores externos, como las disputas en el Mar de China Meridional, consecuencia de las reclamaciones que China, sobre la base de la Línea de Nueve Trazos, ha planteado frente a Brunei, Filipinas, Indonesia, Malasia y Vietnam, y que pese al Código de Conducta adoptado al respecto por la ASEAN en 2002 siguen vigentes.
La contención estratégica de Estados Unidos (mediante las alianzas AUKUS -Australia, Reino Unido y Estados Unidos- y QUAD -Australia, Estados Unidos, India y Japón-), por un lado, y el progresivo ascendiente de China (a través de la Iniciativa de la Franja y de la Ruta), por otro, acentúan cada vez más el frágil equilibrio geopolítico del Sudeste Asiático, consolidando una rivalidad entre ambas potencias que es ya estructural. En todo caso, resulta curioso observar cómo, en una encuesta sobre The State of South East Asia, llevada a cabo por el Instituto Yusof Ishak de Singapur, a la pregunta de un hipotético alineamiento de la ASEAN con Estados Unidos o China, un 52,3% se inclinó por Estados Unidos, y un 47% lo hizo por China, hipótesis que, dada la estrategia adaptativa de la ASEAN, es imposible que llegue a producirse.
3. Economía: Del sistema SWIFT (dólar) al sistema CIPS (yuan).
El hecho de que China sea el mayor socio de la ASEAN, con unos intercambios comerciales de 234.000 millones de dólares en el primer trimestre de 2025, gracias en gran parte al Acuerdo de Libre Comercio China-ASEAN (CAFCA 3.0, por sus siglas en inglés); de que sea uno de los mayores inversores en nuevos proyectos, tanto en infraestructuras (puertos, ferrocarriles, carreteras) y manufacturas (automoción, electrónica, semiconductores), como en tecnología o energía, por un total de 400.000 millones dólares en 2024; y de que, en fin, sea el líder natural de la RECP, a la que concibe como un instrumento para promover un orden mundial multipolar que contrarreste las tensiones arancelarias creadas por Estados Unidos, revela una influencia que es la vez masiva, creciente y dependiente, con los riesgos que ello comporta.
A esta influencia no parece ser ajena la decisión tomada a finales de 2023 por los ministros de finanzas y gobernadores de los bancos centrales de los países de la ASEAN respecto a la reducción de la dependencia del dólar, el euro, el yen y la libra esterlina en las transacciones financieras, con objeto de dar paso a liquidaciones en divisas locales. Una decisión a la que siguió, casi sin solución de continuidad, el abandono del sistema SWIFT (acrónimo de Sociedad para las Telecomunicaciones Financieras Interbancarias Mundiales), dominado por el dólar, por el sistema CIPS (acrónimo de Mecanismo de Pago Interbancario Fronterizo), dominado por el yuan. Una idea de la importancia de este abandono la da el volumen de liquidación transfronteriza en yuanes con países de la ASEAN en 2024: 5,8 billones-c.es.

