El Sudeste Asiático es una región en constante crecimiento que ofrece numerosas oportunidades de inversiones en el Sudeste Asiático. Se extiende a lo largo de unas 3.800 millas entre el Golfo de Bengala al Oeste, el Océano Indico al Sur y el Océano Pacífico al Este-, una realidad política -constituida por la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), compuesta por Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia y Vietnam-, una realidad económica – conformada por la Comunidad Económica Asean-, una realidad social – integrada por una población de unos 666.473.348 millones de habitantes, con Indonesia como el país más poblado(272.249.000 millones) y Brunei como el menos poblado (443.000)- y una realidad estratégica – en la que el Estrecho de Malaca es uno de los puntos clave, sino el punto clave, del comercio mundial-.
Si son importantes estas realidades, no lo son menos otras, que las ilustran, complementan o desarrollan, como los marcos regulatorios vigentes en distintos ámbitos -nuevos planes de desarrollo, nuevas leyes de inversiones, nuevas leyes de sociedades-, que no son sino reflejo de una creciente apertura política, económica y social, destinada a captar inversiones en el Sudeste Asiático de empresas extranjeras. Una apertura que está todavía lejos de ser plenamente rentabilizada por las empresas españolas, a diferencia de las de China, Japón, Corea del Sur o Australia, o incluso de las de otros países de nuestro entorno, como Alemania, Francia, Italia o incluso Bélgica, que sin contar con el factor de proximidad de las chinas, japonesas, coreanas o australianas, sí lo han hecho, compitiendo abiertamente en estos mercados.
Una zona como ésta, en la que el crecimiento medio del producto interior bruto en los últimos veinte años es del 4,8%, y que está llamada a convertirse en la cuarta economía del mundo en 2030, ofrece múltiples oportunidades de negocio que nuestras empresas conviene que aprovechen. Sectores como los de los productos farmacéuticos, bienes de consumo, automoción, infraestructuras, energías renovables o comercio electrónico constituyen lo que algún autor denominó «círculo virtuoso de alto crecimiento», que, por las perspectivas que ofrecen, deben ser objeto de atención especial. A tal efecto, la exportación, y sobre todo el establecimiento, potenciado por la Asociación Económica Integral Regional, formada por los diez países de la ASEAN más China, Corea del Sur, Japón, Australia y Nueva Zelanda, son mecanismos a tener en cuenta. Explorar estos sectores en el contexto de inversiones en el Sudeste Asiático puede ser clave para un crecimiento sostenible.
En concreto, y por lo que al establecimiento se refiere, conviene recordar que los Estados miembros de esta Asociación Económica Integral Regional facilitan a las empresas establecidas en ellos el acceso a tarifas arancelarias preferenciales, la reducción progresiva de barreras no arancelarias o la igualdad de tratamiento entre inversores nacionales y extranjeros, de ahí la importancia que el mismo tiene para las empresas establecidas en la ASEAN, y ello no sólo respecto de los países que integran esta última, sino también, por extensión, respecto del resto de los países que, sin ser miembros de la ASEAN, sí lo son de dicha Asociación. Así las cosas, si las empresas desean utilizar este mecanismo deben estar al corriente, lógicamente, de sus distintas formas; de los requisitos para, según sean éstas, proceder a su constitución; y, en fin, de su ámbito de actividad.
Las formas de establecimiento más habituales, en las inversiones en el Sudeste Asiático, comunes a la práctica totalidad de los países de la ASEAN, son la oficina de representación, la sucursal y la filial. La primera, aconsejable para contactar potenciales clientes, realizar estudios de mercado o promover bienes y servicios, no lo es tanto para desarrollar una actividad comercial, dadas las limitaciones existentes sobre el particular. En algunos países, como Filipinas, además de la oficina de representación, existe la sede operativa regional, para coordinar otras oficinas existentes en la zona; y en otros, como Tailandia, el centro internacional de negocios, que sustituyó hace unos años a la sede operativa regional, a la sede internacional y al centro de comercio internacional, con objeto de promocionar a este país como plataforma de negocios regional, dotándole para ello de importantes incentivos, ya sea en materia de fiscalidad, de concesión de permisos o licencias o de posesión de bienes raíces.
La sucursal es una forma de establecimiento que, aunque no posee las limitaciones de la oficina de representación, tiene sin embargo otras, como la carencia de personalidad jurídica y su dependencia de la casa matriz, que es en última instancia la responsable de las obligaciones asumidas por la sucursal. Con todo, sus ventajas, a la hora de realizar inversiones en el Sudeste Asiático, puede dotarla de un capital social operativo, por ejemplo, son evidentes, al limitar el desembolso al que de otra manera hay que hacer frente para constituir una filial, y que en ocasiones puede llegar a ser alto, especialmente cuando la empresa extranjera pretenda detentar el 100% del mismo. Ello no obstante, a la hora de elegir entre sucursal y filial es preciso tener en cuenta que las autoridades locales suelen recomendar, y por momentos exigir, la constitución de una filial -una sociedad local en definitiva-, recomendación o exigencia que puede llegar a ser determinante cuando se trate de participar en concursos y licitaciones.
La filial, bajo la forma usual de sociedad de responsabilidad limitada o su equivalente, puede presentar variaciones entre los distintos países, y de hecho las presenta, si observamos el capital social mínimo suscrito que se requiere ( desde 1 euro en Singapur o Malasia, hasta 811 euros en Camboya, y entre 190.740 ó 95.370 euros, según los casos, en Filipinas); o el número de partícipes mínimo que se requiere (desde 1 en Camboya, Malasia, Myanmar, Vietnam o Singapur, hasta 2 en Indonesia y Tailandia, y entre 1 y 15 en Filipinas). En todo caso, conviene no perder de vista que en ocasiones la participación de capital extranjero en las inversiones en el Sudeste Asiático, ya que puede estar limitada al 40%, circunstancia que, de contar con un socio local, a veces imprescindible, puede obviarse, una vez seleccionado aquél tras el obligado proceso de due diligence. Un análisis más detallado de todo ello, tanto en su vertiente societaria como fiscal, puede encontrarse en la «Guía de Negocios Asean», elaborada por nuestro Despacho, AVCO LEGAL, para lo cual basta con acceder al enlace GUÍA DE NEGOCIOS ASEAN.
Antonio Viñal
Abogado
AVCO Legal
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